Utopía


“La Utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. ¿Entonces, para qué sirve la utopía?
Para eso: sirve para caminar

Estuvimos en la Huelga General 29-S

Artículo realizado por:    Jesús Camacho Segura
Secretario de Acción Sindical CCOO-Castilla La Mancha.

jesus camacho Fui huelguista el 29-S; soy sindicalista. Estoy convencido de lo que hago, aunque sé que puedo cometer errores; soy humano. Me siento satisfecho de la respuesta laboral y social que han dado los trabajadores y trabajadoras en Castilla-La Mancha y en España. Defiendo un modelo social más justo e igualitario; quiero una democracia repleta de valores éticos y progresistas.
Soy sindicalista, fui huelguista el 29-S. Reclamo empleo, derechos laborales y prestaciones sociales adecuadas. Me opongo a que la crisis se descargue sobre los mismos, exijo la rectificación de la reforma laboral, pido acuerdo y diálogo para que no se recorten los derechos de jubilación, aspiro a que se escuche la reclamación sindical para reforzar las prestaciones por desempleo.
El 29-S estuve con otra mucha gente, con muchas mujeres y hombres que nos identificamos con la necesidad de la defensa colectiva de lo mas productivo de la sociedad; de los que trabajamos, de los que no lo pueden hacer porque no tienen ofertas de empleo, de aquellos otros que lo dieron todo para hacer un país más próspero -los jubilados y jubiladas-.
En la huelga general hemos pedido que las cosas se hagan de otra manera, hemos expresado la necesidad de la rectificación del Gobierno para que no se dañe más nuestra economía, para que no se desvanezca el Derecho del Trabajo, para que no se rompa el equilibrio de las partes en el conflicto entre capital y trabajo, para que se tome otro camino que haga posible una pronta recuperación; porque otra alternativa es posible.
Los trabajadores y trabajadoras,  sobre todo los que han perdido su empleo o no lo pueden encontrar, estamos sufriendo como nadie la dictadura de los mercados financieros que provocaron la crisis y las decisiones gubernamentales, que obedecen una "hoja de ruta" de lo más conservador de Europa y del mundo.
Aquí, en España, un Gobierno ciego y desorientado abraza las ideas y recomendaciones de quienes nos han llevado a esta situación, golpeando a las capas populares, a los asalariados, a los empleados públicos, a los pensionistas. Un Gobierno que, en alianza con el pensamiento conservador -político y económico-, determina que todos los sacrificios los hagan los más débiles y desequilibra la correlación de fuerzas en el orden laboral.
Por eso era imprescindible la huelga general. Por eso he extendido su llamamiento; por eso he sido un activista de la rebeldía y la exigencia. Porque juntos podemos hacer que se cambien las cosas. Los sindicatos, los legítimos representantes de los trabajadores y trabajadoras, son dialogantes, son flexibles, tienen propuestas, son coherentes y razonables. Y firmes en sus principios, en la defensa de la justicia social. Sacrificios sí, pero para todos. Política sí, pero no la que pide los mercados y los mercaderes.
Soy consciente, somos conscientes quienes tenemos la responsabilidad de estar al frente de organizaciones sindicales, de que estamos ante un escenario difícil y complicado. Por eso hemos realizado propuestas que, cabe recordar, no se han querido atender. Por eso hemos tenido que responder con el conflicto social más poderoso que tiene nuestro estado de derecho.
El 29-S, la huelga general, ha concluido. Ha habido mucho ruido antes de su convocatoria; sobre todo de quienes ven una oportunidad en la crisis para derrotar al Gobierno y, de paso, intentar socavar el contrapeso sindical para que otras políticas más duras, y más conservadoras, se abran paso. Los que elevaron el ruido ayer, lo siguen haciendo hoy, porque en todo ello hay una lucha de intereses, hay una pugna ideológica para implantar otro modelo social.
Los que convocamos la huelga, los que la hicimos, ni somos ciegos, ni sordos. Distinguimos el ruido y la música, sabemos respetar y escuchar. La huelga general consiguió su propósito. Había mil razones, muchos argumentos para llevarla a cabo, era imprescindible expresar masivamente el descontento y la llamada a la rectificación del gobierno. Quienes ni la ven, o quienes intencionadamente siembran opinión para que nunca se vea, dan excusas para no hacerla y, cuándo se hace y triunfa, niegan la evidencia.
Fui huelguista el 29-S, soy sindicalista. Los millones de personas que han secundado la convocatoria han contribuido a muchas cosas; no sólo a combatir una política errática y prevenir futuros recortes. Estoy orgulloso, hay que estar orgulloso, porque este día hemos reforzado la democracia y la libertad, la que a otros "poderes" sólo les interesa si la controlan y la dirigen.
Ahora, continuará la defensa de lo que nos es propio. Seguiremos ampliando nuestros espacios de reflexión y trasladaremos nuestras ideas; rechazaremos que nos "asfixie" un pensamiento lleno de podredumbre y de avaricia, ese pensamiento de los que se acuerdan del trabajo y la libertad cuándo otros exigimos libertad y trabajo; los que creemos de verdad en una democracia  de valores y de iguales. Queremos trabajar y tener derechos. Queremos unas relaciones laborales modernas, que reafirmen el papel y la contribución de la fuerza del trabajo y del conocimiento.
Hice la huelga el 29-S -siempre las he hecho, todas; fueran en el ámbito de la empresa o tuvieran carácter general- y se me ha descontado, como en todas, el salario, como a los millones de personas que ejercemos el derecho a la huelga, porque soy uno más.
Soy sindicalista. Milito, junto a muchas otras personas, por una buena causa, la de los trabajadores y trabajadoras, merece la pena.