Utopía


“La Utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. ¿Entonces, para qué sirve la utopía?
Para eso: sirve para caminar

La juventud nacida con la constitución: Inquieta, con ideas y sin esperanzas de futuro.

José María Serrano Rodríguez            07/10/2010

chema 8junio2010Haciendo un análisis de la situación sociopolítica que se viene produciendo en España, en ésta última etapa, coincidente con el fenómeno de crisis institucional y financiera, se aprecia también, una alta sensibilidad social entre los jóvenes, relacionada con la pérdida de valores de representación colectiva y una creciente ausencia de contenidos sociales de progreso. Situación que va sumergiendo a la sociedad, en una tensa sensación de impotencia, a la espera,  de algún acontecimiento que rompa o justifique esa visión catastrofista permanente y sin soluciones colectivas. De este modo, si fuera posible fijar de nuevo las manillas del reloj y retroceder en el tiempo preciso, podríamos fijarla en la hora exacta que corresponde al día 6 de diciembre de 1978, fecha en la que los ciudadanos españoles refrendaron la Constitución Española, confluyendo en un nuevo periodo democrático lleno de expectativas de uno y otro signo político, pudiendo comparar aquella etapa de respaldo o apuesta ciudadana en los cambios que se habían producido en España, en un contexto progresista y, por otro lado, la situación de desprestigio de lo social que se viene protegiendo por la gran mayoría del poder político actual.

constitucion españolaDe este modo, después de algo más de treinta años, aquella juventud española y la jovencísima carta magna, han sufrido un doble desengaño; por un lado, mientras la constitución española ha dejado de ser efectiva en la defensa de la igualdad de oportunidades y garantía de un reparto progresista del estado de bienestar;  de otro,  nuestros jóvenes no encuentran respaldo de futuro en los contenidos que alentaron la constitución. Así, podemos mencionar como el derecho al trabajo es cuestionado por más de cuatro millones de desempleados que sufren este drama social; el derecho a una vivienda digna está cada día más condicionada a una economía individualista y alejada del estado del bienestar; el derecho de expresión, huelga y manifestación,  viene siendo puesto en entredicho,  por el poder supremo de los medios de comunicación, bajo cualquier signo o influencia política; también, la contribución social de los sindicatos de trabajadores se ha desequilibrado en favor de las asociaciones empresariales, donde la aprobación del gobierno de la reforma laboral ha trucado el derecho a la negociación colectiva laboral entre los representantes de los trabajadores y empresarios, así como la fuerza vinculante de los convenios, todo bajo el todavía amparo de la carta constitucional.

Además,  está en duda razonable la contribución de todos al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad; del mismo modo, la garantía mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, se ha diluido, así como,  la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad. Y finalmente, las condiciones para la participación libre y eficaz de la juventud en el desarrollo político, social, económico y cultural, parece que tendrá que esperar a la efectiva promoción de unos poderes públicos que no son capaces de ejecutar ese mandato social.

Estos jóvenes, hombres y mujeres que sabiendo de la etapa difícil vivida por sus padres o abuelos,  han crecido junto a la Constitución, creyendo en el amparo de sus instituciones que junto a los poderes públicos, daban un valor social garantista de un estado del bienestar progresista con vocación de futuro, están en estos momentos, inquietos por su futuro y expectantes de sus ideas.